La película que Tomás define como el punto más alto que se ha visto en pantalla sobre el concepto de gastronostalgia es Ratatouille, y la escena donde el crítico gastronómico vuelve a su infancia gracias a los sabores y las texturas que le transportan a una serie de emociones y, por un instante, lo convierten en el niño que fue. ¡Nunca podremos cuantificar el poder sentimental del sabor y los olores!
Incluso, hay veces en que hasta los malos olores te pueden llevar a buenos lugares. Así, por mencionar algunos, el horrible aroma de una coliflor mientras se hierve te puede transportar a un buen recuerdo de infancia. Las emociones son así de contradictorias y personales.
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